Hay veces que no comprendo desde qué lugar de mi mente y corazón llegan ciertos arranques que ponen en peligro lo mucho o poco de tranquilidad que logro crear para mi supervivencia.
Me reconozco como un animal feral que se acerca lo suficiente para robar comida pero no lo suficiente para que me pongan un collar y me reclamen como suya. Me cuesta trabajo no sabotearme, no sé cómo ser paciente, esperar que las cosas fluyan, honestamente no tengo suficiente tiempo para que alguien encuentre mi debilidad y hacer uso de ella, yo ataco primero, yo muerdo la mano y salgo corriendo, yo, siempre soy yo la pobrecita que no tiene a dónde ir, no tiene qué comer, no sabe querer y le da miedo ser amada.
Puedo detectar desde dónde emana este dolor, se siente como si tuviera el pecho inflamado, pero desde dentro, y sería más bien como olas que suben y bajan hasta la boca del estómago, entumen mis dedos, agita mi corazón y baja mi temperatura. Este dolor se siente como un freno de mano, como un cinturón ajustado, como un infarto a todas horas, todo el tiempo en todas partes.
Cierra todas tus puertas, esas que dejaste entreabiertas por si alguien quiere asomarse, por si alguien quiere entrar a observarnos, esas miradas me enojan, me disgustan, me desespero y soy yo la que quiere salir corriendo.
Yo cierro todas mis puertas, porque asomarme aunque sea por una ventana me duele, me mortifica, me coloca en un lugar mental en donde ya no quiero estar, es como tener una cadena que me impide moverme, así que por si acaso lo cierro todo, aunque me quede yo atrapada.
El amor me resulta una experiencia difícil, me agobia, me causa una inseguridad enorme, y al final del día, me duele sentir, me duele decepcionarme, me fastidia ser tan ingenua, y terca. No sé dejar ir desde el amor, siento que hay algo roto que me juega una broma pesada y me repite que la gente dañada no merece ser querida.
Aunque parezca que comprendo, la verdad es que he perdido la paciencia, y lo más fácil es cargar con una coraza enorme que me mantiene protegida de todo aquél que se aventure a ofrecerme de su mano, su calor y su cariño.
Personas que me leen: yo me jacto de ser una persona fuerte, dura y con un dominio total sobre mi corazón, anhelos y pensamientos, presumo ser una persona que es fuerte, y que tiene la capacidad de controlarse cuando las cosas no salen como quiero.
En realidad soy yo en mi momento más vulnerable, incapaz de sentarse a platicar conmigo misma, abrazarme y permitirme llorar tres océanos.
Solo soy yo enfurecida, quemándome la punta de los dedos para luego picarme los ojos, y secar toda huella de lágrimas, dejando un rastro de sal que me escuece el rostro y me mantiene seca, sin presencia de nada, más que orgullo y firmeza.
Los golpes ya no son suficientes, ya no puedo dejar escapar nada más, lo que yo quisiera hacer es una lobotomía que cierre para siempre la llave, una sequía que me forje el carácter y ahuyente a los enemigos.
Pero por favor, si todo esto no funciona para regresarme el control, entonces cierra todas tus puertas para poder abrir una nueva, o saldré corriendo por una de ellas.
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