Hoy llovió, recuerdo cuando me agarraba la lluvia en la oficina, o peor aún, cuando llovía justo en el minuto en que ponía un pie fuera del edificio a la hora de salida.
Ya es esa época de nuevo, por algún motivo me pone más nostalgica la lluvia que el invierno en general.
Como la vez que por querer cubrirme del agua, me detuve en la parada del camión y un carro aceleró por maldad y me empapó de pies a cabeza, así llegué a mi cuartito, llorando porque me sentía como la pendeja más pendeja de Peralvillo.
No estoy haciendo la gran cosa, sé que esto es un escalón más en el cual debo esperar a que otra cosa buena suceda, pero también me desanima tener que suponer que esas "cosas buenas" pasarán por estar con las personas correctas en el lugar correcto, y no por mis habilidades, porque sigo pensando que igual y no soy tan buena, solamente hago lo que puedo con lo que tengo.
Ya no tengo ganas de escribir, mi cerebro está seco, y yo sabía que esto no sería fácil, no sé qué hago aquí, ni qué debería hacer en realidad.
Pero ya no quiero sentir que estoy en un lugar porque dependo del buen corazón de la gente, nunca por mi trabajo brillante y excepcional.
Al final me teñí el cabello, tampoco fue la gran cosa.
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