No fuiste mi mejor amigo, ni el más íntimo, ni permaneciste cerca de mi.
Pero te recuerdo fresco, ágil, gracioso.
Te recuerdo a mis 15 años, cuando no sabía usar lápiz labial, cuando me teñía el cabello de negro y abusaba del delineador.
Te recuerdo en esa época de mi vida, cuando quería ser radical y tu eras un chico que vivía al borde.
Querido Cory, escribí de ti en mi diario, ese capítulo fue de los más extensos, fue cuando salimos por un helado, cuando caminamos como locos por el centro, donde me contaste tantas cosas de ti y yo de mi y dijimos tantas estupideces juntos que hoy en día solo te puedo recordar así, riéndonos, justo como te fuiste, riendo y viviendo.
Tus peculiares dientes, tu cabello terriblemente chino, tu piel morena, y tu cara seria justo antes de decir algo gracioso.
Estaba enamorada de ti, y de tu alma lastimada.
Gasté toda mi magía para hacerte feliz por un día
¿Lo recuerdas?
Te envío el beso que jamás me atreví a darte en el infinito dondequiera que te encuentres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario