lunes, 6 de abril de 2015

A veces pasa #110

En estos días estaba pensando en nuevos retos para cambiar y seguir siendo feliz.
Se me ocurrió la loca idea de hablarle a algún extraño que me guste en cualquier lugar donde lo vea.

A veces pasa que subes al camión sin la intención de ver a las demás personas, solo quieres llegar a tu destino, sin ser molestada, sin hacer alguna conversación con señores y de ser posible encontrar algún asiento disponible.

A veces pasa que sin querer ves a alguien que llama tu atención.
Te acercas.
Te acercas lo suficiente como para que la otra persona pueda escuchar si quiere hablarle en un tono normal.
A veces pasa que quieres que el destino se encargue de poner en tu camino la persona correcta, sin que tú, maldito holgazán, hagas algo para poner a esta persona en tu destino.
A veces pasa que quieres forzar al destino para coincidir con alguien, ya sea pidiéndole a algún amigo que te presente a alguien que cubra tus exigencias, o descargando aplicaciones móviles donde el único destino es tener un "match" superficial.

¿Por qué es tan difícil empezar una conversación?
¿Cuántas parejas perfectas se hubiesen podido formar si alguno de los dos hubiera saludado al otro en la calle?
¿Cuántos divorcios se hubieran evitado si en vez de casarte con esa persona que conociste en un bar, te hubieras arriesgado a recoger las hojas que se le cayó a la chica de junto?

A veces pasa que miras lo suficiente a un chico a lo lejos esperando que sus miradas se crucen y suceda "algo"
A veces pasa que miras insistentemente a alguien como para que por arte de magia se acerque y te haga plática.
¿Por qué somos tan cobardes?

Tuvimos 3 opciones:
a) Bajar en la misma parada del camión.
b) Hablarnos en el trayecto hasta el metro.
c) Cruzar miradas insistentes para no volvernos a ver nunca.

En la opción a) tal vez te hubiera hablado, te hubiera preguntado la hora, o tu me hubiera pedido indicaciones para tomar el trolebús, yo que se.
En la opción b) hubiera sido raro, incómodo, poco convencional, pero válido.
La ultima opción fue la que todos tomamos, siempre, a cualquier edad.

No nos culpo, en esta ciudad todos los desconocidos hasta donde sabemos pueden ser asesinos en potencia.


Vi como devolvías mis miradas, alguno tenía que hablar.
Pero no me atreví

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