A todos nos gusta la comodidad, no aparentar, no pretender, no sufrir.
Mientras más la comodidad, más el apego.
Veo a personas que no se pudieron adapatar y que regresan a lo que les resultaba familiar, conocido, un ambiente agradable donde no había riesgo.
Veo a personas que lo intentan y están acostumbrados a los riesgos que incluso eso les resulta cómodo.
Luego estoy yo, que di un salto de suerte a la ciudad, pero justo donde estoy ahora es la pura tranquilidad de cierto modo.
Yo como persona sigo siendo terreno peligroso, arena movediza, trampa para oso, por eso no resulto cómoda.
Eso me han hecho suponer, porque no encuentro otra explicación al comportamiento de muchos a mi al rededor.
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